viernes, 26 de agosto de 2011

EN-TREN tenimiento




Hace algunos días, escuché por la radio local, algo sobre intenciones de restaurar de algún modo útil, la postmenemista abandonada , estación de trenes. A decir verdad cambiaría el término restaurar por reivindicar que me parece mas apropiado.


Vinieron a mi mente recuerdos, situaciones, anécdotas. Convengamos que, como todos saben, y los que no, se los informo, soy de la época en que en mi pueblo paraban 14 trenes por día, si mal no recuerdo, y todos o casi todos los que no viajábamos en auto en ese momento, lo hacíamos indefectiblemente en tren, ya que los pocos ómnibus que llegaban, por diversas razones, eran muy caros (y siguen siéndolo, aunque Moyano opine y obligue a opinar distinto). La Estación era un lugar con vida propia. Por momentos se llenaba de taxis, autos particulares, camionetas, gente, y luego del arribo o la partida, se despejaba en minutos, pero quedaba allí, su kiosko abierto y siempre algo de movimiento.     Mas allá de lo que significaba en términos de transporte y vida ciudadana, mis recuerdos viajan por esos rieles ( venía re-fácil, tenía que decirlo) a una parte de todo esto.

El tren era, más que un medio de transporte, un acontecimiento social. Solía ser bastante común cuando yo era mozuelo, que el paseíto dominguero de la "gente grande", fuese venir a tomar unos mates dentro del auto en el solcito o sombra según la época, a la estación.   Entonces, además de ver quién se iba y quién volvía, se podía saludar a muchos que a lo mejor de otro modo, no se los veía frecuentemente. Y no solo a los que viajaban se podía reportear; porque un rato antes de llegar o partir cada tren, había otro montón de gente, que seguramente era conocida, que venía a despedir o recibir familiares o amigos. Ahí los encontrábamos y encima con tiempo para charlar, porque por lo general el tren venía atrasado. Así que, sin costo ni esfuerzo alguno, se duplicaba o triplicaba la posibilidad de saludar gente, y conversar un rato con amigos ya consolidados o hacer algunos nuevos. Y les digo más, en las despedidas se lloraba; ¡si Señor!, en muchos casos se lloraba, porque Bs As no estaba a un paso o un ratito como ahora. Las distancias eran mayores, los tiempos eran otros y en general no se iba y venía “en el día” como hoy. En esas épocas estábamos mas tiempo en contacto familiar y amistoso, así que seguramente al viajero, se lo iba a extrañar y eso ameritaba una explícita lágrima en la despedida.

Cuando nos tocaba ser pasajeros de esas encantadoras moles de acero (es al cuete, no puedo resistirme a esas frases), se daban varias situaciones posibles. Explico algunas. Uno de los trenes muy utilizados para viajar hacia Bs As era el de las 4 de la mañana, porque entre pitos y humo llegaba a eso de las siete y vaya uno a saber cuanto, horario cómodo si los hay. Era ahí cuando uno semblanteaba en la estación y veía quiénes viajaban, para que te tocase alguien al lado, que fuese “del palo” como nosotros y viniese sin dormir, para apoliyar a pata revoleada. Tristísimo si encontrabas a alguna persona mayor, amiga de la familia que, como tenía que viajar, se había acostado a las 8 de la noche, había dormido bien y tenía cuerda como para hacer andar el tren sin locomotora. Y te hablaba y hablaba todo el viaje. Una de las formas más fáciles de saber si el tipo había dormido, para ver si había que escabullirse o no, era si al igual que yo, decía “buenas Noches” o mandaba un Buen Dííía, despiertísimo. Así que si era así, y nos lo cruzábamos en el andén sin poder evitar el saludo, después había que tener velocidad para buscar asiento en el vagón queVENÍA SIN LUCES (alabado sea Ferrocarriles Argentinos),,Ese sí, que era un verdadero coche dormitorio.

Habría varias fortunas más que podían darse en ese horario, como el hecho de encontrar un asiento de 3 vacio, para acostarte a lo largo, por lo menos hasta Zárate o Campana, ya que ahí se empezaba a llenar y alguien te sacudía para que te sentaras derecho, pero igual, ya teníamos horita y media dormida como en casa.

En cambio, si el tren a abordar era diurno, el semblanteo en la plataforma del andén se hacía igual de exhaustivo, pero con otros intenciones. El comerciante, buscaba gente de negocios; algunas señora, iban por amigas, el chacarero, datos agrícolas diversos, pero los que en esa época éramos jóvenes, y el equipaje mas voluminoso que llevábamos era la testosterona, las minitas. Porque si un bombón que conocíamos, nos quedaba en el asiento de al lado o enfrente, teníamos 3 horas o más, para mostrar nuestra capacidad de seducción y nuestros bajos instintos, que en general eran mucho mas bajos que los del bomboncito viajero. Ah!! y encima si se te daba, bajabas en BsAs, con ella y en terreno neutral… Podía ser un éxito absoluto.

El tren ofrecía también, la posibilidad de caminarlo de punta a punta, y dar con el objetivo que no se había podido conseguir en el andén: aunque ahí era probable, que fuese tarde o mucho mas complicado, por aquello de que el buey lento, toma el agua turbia.

A medida que escribo vienen a mí, infinidad de recuerdos. El tren “Tucumano” con sus pasajeros tan distintos a los de los trenes “locales”. El Guarda, que merecería un capítulo aparte. El tren de las 6 con las maestras que iban a trabajar a Lima o Campana, anque Escobar y Garín algunas, y todas volvían a la noche. Los comisionistas, con sus paquetones que podían contener desde un papelito, hasta una rueda de tractor.

Rememoro algunas cosas como si fuesen parte de una película increíblemente hermosa que vi hace años, me pregunto si los ingenieros del mundo, podrán aplicarle a los modernos trenes bala, toda esta magia.

Nunca antes había pensado cuanto tren tenemos dentro, los pueblerinos mayorcitos, y me parece ver alguna sonrisa de aprobación. Hoy, que vivimos a una velocidad asombrosa en todos los sentidos de esta frase, y que cada vez saludamos menos, resulta un verdadero soplo de aire fresco, recordar lo que se vivía alrededor y dentro esos trenes. Incluso cuantos famosos de todo orden, subieron alguna vez en una Estación de pueblo, a encontrarse con grandes destinos.
   Sus vagones, fueron una parte importante de nuestra vida, y ocurríeron situaciones de todo tipo a bordo de ellos, A propósito, ¿puede ser que haya sido ud, quien venía con alguien, dos o tres asientos delante de mí, en un vagón sin luz, aquella vez?.....

Pirincho

1 comentario:

  1. No tuve el gusto de viajar en uno de esos pero sí en el Marplatense. El salón comedor, para mi ojos infantiles, parecía el de un hotel de lujo, y podíamos almorzar mientras mirábamos pasar las vacas por la ventana. Tiempo después conocì el de Liniers-Moreno, cuando iba al club. Chau glamour. lleno de vendedores ambulantes con pata de palo, peines Pantera, peine colita, peine rulero. Espero que el tren bala sea mucho mejor, como prometió la "@*/·Çdenta. No sé qué pasa con este teclado que salen signitos. chau. Morocha

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