viernes, 30 de diciembre de 2011

FIN DE AÑO

OTRO AÑO MAS
Y como todo llega, el fin de año, de a poquito, también lo está haciendo. Un añito sacudido, comprometido, complicadito, pero no tan malo. Es cierto que, los que entramos a la edad en que ya aprendimos a levantar la tapa del inodoro solitos, sin que haga falta que nos lo griten; transitar y terminar el año, pasa por carriles distintos a los de los jóvenes, cuya única intención es salir a festejarlo, sin mucho balance que digamos.


En mi caso, gracias a mi apego a los valores esenciales y no al oropel vano (léase seco resignado), tengo mas cosas buenas que de las otras. Además uno le encuentra el lado positivo hasta al juanete, porque empieza a ver que las balas pican al ladito, y supone que su baraja está cada vez mas cerca de la boca del mazo. O sea que, para decir que fue un año malo, tiene que haber sido realmente malo, malísimo. Caso contrario, como en las maratones en las que largan miles y miles, lo importante a fin de año es haber llegado, que no es poco.

Ya van varios fines de año en los que lo primero que me embarga es el desconcierto. Sobre todo a la hora del arbolito, y sus regalitos. Porque por ejemplo mi mujer, condenada desde hace años a la bombacha rosa de dudoso gusto y calidad porque la compro yo, empieza a hablar de prendas que yo ni sabía que existían. Con unos nombres afrancesados (creo) imposibles de recordar para alguien que se quedó en el batón y el pantalón acampanado. Por lo tanto, y ante la duda, este año una vez mas, terminó ajusticiada con un calzón rosa, que encima debe ponerse esa noche, con los siguientes agravantes:

Primero que a la hora de abrir los regalitos, ya está bañada y obviamente con bombacha puesta.

Y segundo que ni loca se pone una ropa interior nueva, sin lavarla antes.

Así que tanto como para mantener la tradición y evitar tener que ponerme la bombacha en la cabeza a mí, por la cara de traste, se la encima a la que ya tiene por unos minutos, y vivamos la fiesta en paz

Otro tema no menor, son precisamente ellos, los menores. En mi caso tienen 15 y 12. Se descuelgan en la cartita, con unos términos en inglés, incomprensibles, indescifrables, que luego de un buen rato y con asesoramiento de amigos (míos y sobre todo de ellos) descubro que esos casi jeroglíficos, son aparatos y juegos electrónicos, que encima de todos los males, son cada vez mas chiquitos, y mas caros. Y uno que es de la época en que la mayoría de las cosas para ser mas caras, tenían que ser mas grandes, no puede evitar sentirse estafado ante esas miniaturas.

Pero el arbolito se arma, los paquetes pueblan su base, y yo me empiezo a quedar mas tranquilo cuando aparece alguna bolsa de cartón con marca de negocio de hombre, que me augura remera, camisa o una buena bermuda.


En próximas entregas haré una detallada reseña de mi Navidad y Año Nuevo. Por el momento es sólo esto y viendo los ajustes que están haciendo mas los que están augurando, lo único que se me ocurre para el AÑO NUEVO, es sacarle el techito a la Ñ, y que quede convertida en N, que seguramente va a hacernos falta.

Fecidades.
Pirincho

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