domingo, 12 de julio de 2009

La historia de la Lobi


Vivir en las islas que separan Entre Rios de Buenos Aires, no es lo que muchos imaginan. Aquellos que conocen el Delta del Tigre, no intenten compararlo, porque en nada se asemeja. Estas islas son mucho mas agrestes y quienes allí viven se dedican al trabajo, la caza, la pesca, y desde hace algún tiempo, el cuidado de animales y la apicultura. Los pobladores son en general, gente muy humilde, algunos hijos y/o nietos de isleños. Un poco nómades, ya que la implacable inundación está siempre al acecho, y deben abandonarlo de un momento a otro. En los últimos años, muchos de los productos de la caza, no valen lo que otrora, y la pesca escasea lo suficiente como para que lo que venden, apenas alcance para "vicios" como suelen llamar a lo más básico de sus necesidades. Algunos años, el precio de la miel sube y da un respiro como para que se puedan hacer algunas mejoras importantes.
Ranchos hechos a la altura "de la pasada" nomás, arraigados sobre un terraplén como para poder salir lo más tarde posible cuando el Paraná desborda. Rodeados de un protector montecito de sauces, que obliga a la patrona a no abandonar en todo el año la escoba o el manojo de ramas para barrer las hojas que caen. Montecito que además de cubrir vientos y dar sombra en verano, arma un patio sin pasto, como para matear mientras los crios juegan usando su inventiva con palitos y barro.
Algunos afortunados pueden llegar a comprar un grupo electrógeno, de esos chinos económicos: otros una bomba para subir agua del río, o una motosierra, y reciben así una cuota de confort bastante inusual por cierto. Pero hay algo que en la soledad de la isla, es casi mas importante que la corriente eléctrica incluso; y que casi todos llegan antes que a todo lo demás.. y es la Radio VHF. Si, un radio transmisor para comunicarse gratuitamente con quienes operen el mismo canal (convenido).
Para quienes no conocen de comunicaciones, esta radio que utilizan todos los barcos, incluso los de Ultramar o Prefectura Naval, opera en una cantidad de frecuencias o canales que uno puede seleccionar y comunicarse (previo acuerdo) con quien elija el mismo canal. Y así se sabe que tal o cual amigo, está en el canal 68 ó 71 y con solo seleccionarlo y pulsar el micrófono, ya entabló la comunicación. Comunicación que carece de toda privacidad, ya que cualquier persona que seleccione ese canal, escuchará la charla e incluso podrá participar de la misma. Eso sí, uno por vez, ya que cuando uno habla, los otros están obligados a escuchar y así alternativamente. Bah,, como debiera ser siempre que uno dialoga ¿no?.
Muchos ya tienen celular, pero la tarjeta se guarda para comunicaciones con quienes no tienen VHF; Por radio se preguntan por la pesca, los animales, la tormenta pasada, la salud o simplemente saludan a algún amigo del que lo separan horas de canoa.
Pero de todos los canales hay uno que por las noches es bien distinto de los demás. No voy a revelarlo para no romper el encanto. Es el canal donde opera (habla) LA LOBI, una mezcla de La Mega de Fernando Peña y el José Sacristán de Solos en la Madrugada. que charla con los isleros, les pasa música y por sobre todas las cosas, los acompaña. Sus interlocutores en su mayoría son hombres, de cualquier edad, que pasan semanas solos por la noche en medio de pastizales y arroyos.
De sensibilidad poco común y una calidez abrumadora, La Lobi, en sus comienzos excitaba bastante. Desprejuiciada y procaz, mantenía despiertos hasta la madrugada a muchos que al día siguiente comenzaban a trabajar muy temprano. A veces muy íntima, otras no, con una paciencia inusitada, charlaba sobre lo que surgía, y terminaba en algunos casos bromeando y en otros aconsejando casi maternalmente. La isla, el trabajo, la familia, la que se fué, la que no volvió, todo le era casi propio. Tuvo enamorados, admiradores, amigos, y todo cargado del toque de sensualidad que este supuesto travesti, le agregaba. En broma, en serio, cada noche estaba allí, en su canal, con su espacio habitual cuya duración era siempre la misma: hasta que hiciese falta, y mientras hubiese un escucha que la requería.
Un día por esas cosas de la noche, apareció alguien que la desenmascaró. Y La Lobi resultó ser un Señor. Claro, hasta ahí no habría nada de sorprendente. Pero este Señor, era plomero, de un pueblo vecino, totalmente heterosexual, y a la postre un tipazo de aquellos. A secreto develado, organizó para venir a visitar en lancha, a alguno de los isleros con su mujer y sus hijos. Y ya todos supieron la verdad. Parecía que mas allá de la amistad creciente, algo se había roto, y que ya las noches no serían iguales. Y un poco de tristeza flotaba en ese río.
Pero a partir de alli, ocurrió lo verdaderamente inesperado. Algunos que volvieron nostalgiosos a sintonizar su canal, se sorprendieron. Alli estaba la Lobi, con su voz, feminoide nuevamente, y las charlas retomaron su tono, y LA LOBI, siguió siendo LA LOBI, y a pesar que ya todos conocían su identidad, mantuvo el hechizo. Siguió encantando isleros, charlando con ellos, pasandoles música a pedido. Y volvió a enamorar con su voz y por sobre todo, siguió dando un motivo para no temerle a la noche larga del hombre que esta solo.
Soy un ocasional oyente, devenido en profundo admirador de La Lobi, deseoso de que ésta especie de Héroe de la isla, sirva de ejemplo a tantos que jamás harían nada gratuitamente por el prójimo.
Quizás le cueste hasta a "el/ella" comprender la enorme y desinteresada función social que desarrolla, pero desde acá mi homenaje.
"Ojalá que cada vez que haya alguien solo y desesperado, el destino ponga una LOBI en su camino, para acortar y distraer sus noches". Y que le permita depositar en buenas y sanas manos, sus mejores y más íntimos sueños.

Buenas noches.

Pirincho

No hay comentarios:

Publicar un comentario